Queridos amigos, que la prensa mundial distorsiona las noticias referidas a Israel, no es una novedad. Lo que ahora debemos preguntarnos es hasta donde son capaces de llegar los periodistas, en su impudicia, al informar de acontecimientos en que, rápidamente, la maledicencia, mentira y maldad, son tan evidentes, que los lleva a que sean fácilmente desenmascarados, logrando desacreditarse hasta límites tan extremos, que ya nos resulta imposible saber que es verdad y que es mentira, cada vez que leemos noticias de acontecimientos sucedidos fuera de nuestro entorno.
Si mienten en aquello que conocemos ¿Por qué deberíamos confi ar en lo que nos informan y nos es desconocido? No me cabe duda alguna, que la profesión de periodista es muy noble y, especialmente aquellos profesionales que se dedican a cubrir eventos bélicos, se exponen permanentemente, incluso a riesgo de sus vidas, entonces ¿Qué los ha llevado a desacreditarse a tal grado, cuando tienen que referirse a acontecimientos relativos al confl icto israelopalestino? ¿Hasta donde pueden llegar presiones externas a su propia honorabilidad o es en otro lugar donde debemos investigar, para llegar a la respuesta adecuada?
En general, creo que gran culpa recae sobre nosotros mismos. Nuestro silencio y pasividad, ha permitido que nos vayamos acostumbrado a tal punto que se mienta, tergiverse o se apliquen las verdades a medias, que muchas veces son peores que las mentiras mismas, que resulta inofensivo tergiversar estas noticias, sobre todo, sabiendo que el mundo, por acostumbramiento o por antisemitismo innato, recibirá con placer y alegría, todo aquello que denigre y deslegitime a Israel, teniendo automáticamente asegurada la cobertura a los reportajes en que se demoniza la causa judía o israelí o sionista, lo que en la nueva tendencia del antisemitismo, se pretende separar.
Es reiterada la disculpa de que no se es antisemita, sino que está contra el actuar israelí, que lo único que hace, es lastimar a los pobres indefensos palestinos, sin percatarse de la mentira espeluznante que ello encierra, ya que, en primer lugar, está agraviando groseramente al pueblo palestino, al pretender englobarlos a todos, en torno a los terroristas islámicos de Hamás y, en segundo lugar, está desvirtuando la realidad, tanto de pobreza como de indefensos "palestinos" .
Un pueblo que tiene la capacidad, la disposición y el fi nanciamiento para construir cientos de kilómetros de muy bien construidos túneles y, a la vez, puede adquirir miles de cohetes, de las más variadas capacidades destructivas, armas cada vez más sofi sticadas y una infraestructura como la que acaba de mostrar Hamás, por ningún motivo puede ser califi cado ni de pobre ni de indefensos.
Si ese mismo pueblo, pasa hambre y privaciones, queda claramente demostrado que la culpa es sólo de sus corrutos dirigentes, los cuales no dudan en ocupar la cuantiosa y multimillonaria ayuda extranjera en incrementar sus cuentas bancarias personales, en primer lugar y luego, armarse tanto como les sea posible, con objetos sólo destructivos, ya que no podrán aducir necesidad de defenderse, puesto que ha quedado claramente demostrado, a través de tantos años, que sólo se producen enfrentamientos, cuando Hamás agota la paciencia y tolerancia israelí, incrementando a tal punto sus ataques en contra de la población civil, que el gobierno de Israel, se ve obligado a defenderse.
Quedó demostrado, unos meses atrás, que cuando intervenimos frente a mentiras publicadas, mandando cartas a los medios comprometidos, en que reclamamos y damos nuestra verdad, se produce un efecto inmediato. Mayoritariamente, nuestras cartas no serán publicadas, pero, al menos por un tiempo, la distorsión informativa se verá aminorada o eliminada, ejemplo El Mercurio, o los personajes que han tenido el atrevimiento de efectuar chistes (el lagarto desvergonzado) o comentarios injuriosos, los o las causantes, sufren las consecuencias.
Lo que fue válido en dicha oportunidad, cobrará mayor valor aun, si se transforma en una habitualidad nuestra, tanto en Chile como en el mundo, si reaccionamos cada vez que se nos injurie. De cada uno de nosotros, es la responsabilidad de actuar.
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