Esta semana comenzó con las Fiestas Patrias de Chile. Estuvimos en las ramadas de la chilenidad. Pronto volveremos a las “ramadas” de nuestra tradición, en Sucot. En esta semana que termina celebramos también Rosh Hashaná.
En el comentario anterior hablábamos de Rosh Hashaná como “Yom HaDin” el “Día del Juicio”, pero Rosh Hashana es para nuestra Torá “Yom Truá”, es decir “día del sonido del Shofar”. El Shofar tiene un sonido ardiente de urgencia y temor. Es como un reloj de alarma, que nos despierta de nuestra modorra espiritual. La palabra “superación” (shipur) resuena en la palabra Shofar. El Shofar es el sonido de la redención, cuando la Teshuvá nos permita re-unirnos con D’os, salir del exilio físico y espiritual en que nos encontramos y volver a Él.
Dice la tradición que el primer Shofar lo fabricó Abraham con los cuernos del cordero sacrificado en la Akedá de Izjack y relaciona su sonido con el llanto de Sara.
Hay varias versiones en el Midrash sobre qué causó la muerte de Sara. La mayoría de ellas vinculan la causa de su muerte con la Akedá de Itzjak y con el Satán, el Ietzer HaRá, esa fastidiosa voz de duda y confusión cuyo objetivo es frustrar las mejores intenciones.
En una de las versiones, el Satán se le aparece a Sara disfrazado de un extraño y le dice que Abraham tomó a Itzjak y lo sacrificó en el Monte Moriá. Sara muere por el shock y la tristeza.
En el Midrash Vaikrá Rabá (20:2) se cuenta: “[Sara] gritó seis veces, correspondientes a las seis notas de tekiá del Shofar. No había terminado de hacerlo cuando murió”.
En el Pirkei de Rabí Eliezer se cuenta esta historia:
“Cuando vino Abraham del monte Moriá, se enojó Samael que vio que no pudo evitar que Abraham realizara el sacrificio. ¿Qué hizo? Fue y le dijo a Sara, “Hola Sara, ¿no has escuchado lo que pasa en el mundo?”. Le contestó ella, “No”. Él le dijo: “Tu anciano esposo tomó al joven Itzjak y lo sacrificó en el altar. Y el joven llora y grita, porque no se puede salvar”. Ella inmediatamente comenzó a llorar y gritar. Lloró tres llantos, correspondiendo a las tres Tekiot, las notas del Shofar, y ella gritó tres veces, correspondiendo a las tres Teruá, las notas de staccato del Shofar. Y dejó ir su alma y murió”.
• Tekiá - llanto
• Teruá - gemidos
• Shevarim - lamento
Otros sentidos se suman al sonido del Shofar:
• Tekiá: Es la coronación del Soberano que dirige los destinos del Universo, del Rey que nos juzga. Es el día de la creación del hombre, el día en que le fue insuflada el alma, y con ella, el libre albedrío que nos hace responsables por lo que hacemos. Señala Maimónides que no es suficiente que Dios sea mi Rey: parte de mi relación con Él consiste en ayudar a guiar a toda la humanidad hacia Su reconocimiento.
• Shevarim: Por quebrar los preceptos, por desviarnos de “Sus caminos”, traemos infelicidad a nuestras vidas. Nos colmamos de sufrimiento y miedo ¡¡debemos despertar!! Dice la Kabbalah que Shevarim es el grito del corazón que solloza ansioso por conectarse, crecer, lograr.
• Teruá: debemos despertar y ser honestos con nuestras vidas, para que no sea nuestro ego el que domine nuestras acciones, para vencer en esa batalla que se desarrolla en nuestro corazón entre el Ietzer HaRá y el Ietzer HaTov, ubicando a cada inclinación en su justo lugar.
Un Shofar es, en su esencia, como dijo Maimónides, un instrumento con una cavidad en su interior. Como una mujer. Por ello para la Kabbalah el Shofar simboliza el útero materno, y su tronar el nacimiento de un nuevo año. Junto a ello, un llamado al arrepentimiento sincero.
Hagamos ahora un poco de Gematria, método esencial de la Kabbalah: el valor numérico de Rosh Hashana (861), equivale a la suma de todos los números del 1 al 41 (denominado matemáticamente el “triángulo” de 41), siendo el número 41 el valor numérico de la palabra ima (madre) [nuevamente la mujer, la madre, Sara] Es también el valor de Beit Hamikdash, que para la mujer, la madre, simboliza la casa y la construcción de un santuario sagrado para su familia.
Todos los años, cuando escuchamos el Shofar, la memoria de Sara, nuestra matriarca, se nos viene a la mente mientras continuamos el proceso de introspección y búsqueda de claridad en medio de la confusión y la desesperanza, arribando finalmente a la confirmación de la certeza y significado que se encuentran en D’os y en la Torá.
Aprovechemos las especiales energías de estos días para, con la ayuda de Sara, retornar a nosotros mismos y al cumplimiento de las mitzvot, acercando los días del Mashiaj, que son los días en que saldremos del exilio físico y espiritual en que nos encontramos, como dice el versículo “Y hará retornar Adonai tu D’os, a tus cautivos y se apiadará de ti...” (Devarim 30:3)
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